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#1 LA HORA DE LA FILOSOFÍA (IV), por Arsenio González Cereijo*** publicado el 06/04/2019 a las 20:42
Tres largos años de reflexión filosófica siguiendo las normas de vieja escolástica. Una filosofía que se desarrollaba en injusta dependencia de la teología. Un conocimiento racional de orientación "cristiana" por su natural sometimiento a los preceptos teológicos. No era justo. La verdad no tiene calificativo y nunca puede ser exclusiva de nadie. La filosofía tampoco. Ni cristiana, ni árabe, ni blanca, ni negra. El juego intelectual era legítimo mientras no chocase en las verdades reveladas. Lógica, Metafísica, cosmología, Sicología, Teodicea, Ética, intrincadas selvas de conceptos exactos en su comprensión y en su extensión expresados en lengua latina según el riguroso método escolástico e inspiración aristotélica. No podía ser muy sugerente el mensaje en una lengua muerta, unos conceptos muy alejados de la vida real y muchas ideas esclavas y sumisas por principio a otras. Ni eran tan lógicas como se prometía, ni sintonizaban con el flujo cambiante de una realidad humana que nosotros vivíamos, ni estaba clara la evidencia de aquella verdad perenne que proclamaban. La inteligencia es un poderoso instrumento ambivalente para defender y atacar al mismo tiempo, para mentir y desmentir, pasa ensalzar y reprimir. Hasta la Sicología era racional y el mundo de la vida, de los sentimientos, lo más auténticamente humano, debía esconderse, disfrazarse, sublimarse, racionalizarse. Es decir, falsificarlo porque era tabú. La expresión afectiva y sentimental de la forma que fuera, la aventura de los sentimientos y afectos era siempre un camino arriesgado y peligroso. 

Convento de Santo Tomás de Ávila. Evocación historia española medieval con todas sus luces y sus sombras de los tiempos oscuros. Al lado del sepulcro del príncipe Don Juan, hijo de los Reyes Católicos, la silueta controvertida de Torquemada, el celoso defensor de la fe símbolo de una ortodoxia puritana que pospuso el dolor de los seres humanos al fervor religioso, que sembró de intrigas religiosas las tierras españolas, que limpió el contagio herético de sus hombres con piras humanas y el de seres que solo habían cometido el crimen de pensar hablar y actuar con libertad. Donde "no se podía hablar ni callar sin peligro", donde el ojo inquisidor acechaba detrás de todas las puertas, y los defensores de la verdad absoluta se imponen con una intolerancia que solo la ambigüedad y clasificación de los conceptos podían explicar. 

Ávila, la mística, tierra de cantos y santos, el agua del Adaja a su pies, el murmullo de oraciones en el silencio religioso de sus fríos claustros, la lección silenciosa de sus piedras seculares, el cerco de sus espléndidas murallas, el melancólico tañer de las campanas, el aliento animoso y vivificante de la madre Teresa y San Juan de la Cruz, el suspiro de muchos ascetas preocupados por su perfección religiosa y las alucinadas visiones de falsos místicos, componen el mejor escenario para estudiar filosofía escolástica en las aulas del convento de Santo Tomás. El monasterio es un bello ejemplar de arquitectura gótica renacentista levantado con el beneplácito de los católicos reyes y el sudor de miles de esclavos sin nombre. Santo Tomás es también el nombre propio de un hombre excepcional del pensamiento universal que puso su inteligencia al servicio de la revelación cristiana. Santo Tomás es una arquitectura mental tan bien estructurada como las piedras de la mejor catedral gótica del mundo. 

Tres años de estudio poco rentables. La enseñanza religiosa tenía reconocimiento oficial ninguno. Paradoja de dos poderes que se identifican en unas cosas y se ignoran en otras. Sc pensó durante los años de filosofía revalidar los estudios religiosos ante los organismos oficiales. Había que superar los exámenes dentro del organismo oficial correspondiente. Eso no era fácil. Se ofreció la posibilidad de estudiar por libre y yo lo tomé en serio. Presentía que en cualquier momento podía serme útil. Preparé los libros de texto por mi cuenta. En dos años, aprobé los tres cursos de Magisterio en la Escuela Normal de Ávila. Entre un grupo que decidió presentarse sólo yo logré ese pequeño título de maestro. Lo digo ahora sin demasiado orgullo. Nunca he presumido de mis virtudes. Me ha interesado mucho más ser que aparentar. Otros hubiesen convertido la anécdota en una aventura descomunal. Allá ellos. Yo pensaba en el futuro y trataba de superarme. Para completar la carrera de magisterio realicé el campamento en la Sierra de Gredos como un requisito práctico como mandaba la ley. Con ello se acrecentaba mi afición a la escuela y a la enseñanza. 

Fuera ya de la congregación comprendí mejor que la santa inquisición española no fue tan santa como se me había prometido antes. Los grandes inquisidores, cuyos méritos había escuchado sin objeción en el estudiantado, ni podían escapar al bochorno que merecen las empresas negativas de la historia, ni eludir el justo reproche que merecen los errores que hoy avergüenzan a los historiadores españoles. Es necesario ser comprensivo con la historia y considerar las circunstancias de cada momento. El pasado ha sido lo que ha sido, Pero no se puede olvidar el poco servicio que la inquisición realizó en favor de la dignidad de la persona, en favor de la libertad individual del hombre español en sus creaciones mentales ni siquiera en defensa de la religión. Las escenas de crueldad que los autos (l dejaron en el suelo hispano, la hipocresía de moral asentada en sus conciencias y los miedos a cruzarla: fronteras de la heterodoxia, todavía hoy refrenan el instinto creativo del hombre ibérico.  

El celo en la defensa de un credo nacional excluyente de todos los demás, las delaciones inclementes en nombre de preceptos morales indiscutibles, el capricho de las condenas, las oscuras venganzas que tomaban pueblos subyugados al servicio del teocratismo imperante, la saña vertida en supuestos delitos ajenos y las penas impuestas, con aire macabro de fiesta pública, en nombre de unos ideales tan inciertos como los que defendían sus víctimas, no son aje. nos al intransigente moralismo actual. Una cadena de injusticias todavía hoy se enreda en la práctica cotidiana de la vida española. Y ahí está esa tendencia inquisitorial a condenar sin apelaciones, a encender hogueras con la conducta de los demás, a hacer juicios temerarios de todos. "Un prurito de enojo en el que pregunta, un poquito de deseo de probar lo que se quiere en el que escribe y otro poquito de miedo en el que atestigua, hacen una tremenda y monstruosa calumnia". 

Yo estudié la Filosofía con cariño. Mi mente es producto inevitable de aquellas largas sesiones de reflexión teorética y largas cavilaciones sobre sistemas filosóficos. Un taller de conceptos. Máquinas de pensar. No puedo disimular sus consecuencias en mi actual tendencia a reflexionar y la tentación al dogmatismo que implican los conceptos elaborados al margen de la vida. Conozco el peligro y trato de esquivar al mismo tiempo la confusión que producen y el agnosticismo que pueden generar. Luego entendería que la lógica es buena como ejercicio mental; pero las enseñanzas de la vida tienen perspectivas que no entiende la filosofía. La lógica de la vida se diferencia de la lógica de los conceptos. Esta filosofía contagiada de religión crea esa interpretación cerrada, eterna, etérea, estable, dogmática y placentera visión de las cosas que explica muy poco de la vida. El mundo de los hombres es algo más que conceptos abstractos, es corriente vital siempre en proceso ascendente muy difícil de sujetar en moldes. Cada época tiene su propia filosofía porque la corriente de vida es diferente en cada tiempo, como cada ser humano posee su particular interpretación porque las circunstancias de su geografía son distintas. Las filosofías son abstracciones desvinculadas de la existencia real de los seres vivos y deformadoras del auténtico ser humano si no se adaptan a las formas nuevas de la evolución humana. El hombre es un ser cambiante. Y las filosofas eran positivas si conectan con esta realidad cambiante, es decir, humanizadoras, y serán negativas, es decir, destructivas y deshumanizantes, si se instalan en la inmovilidad. 


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TIERRAS DE CASTILLA LA VIEJA (I)

SANTA MARÍA DE NIEVA (II)  
 
UN AÑO POR TIERRAS MANCHEGAS (III)

*** Publicado con la amable autorización de autor: CLAUSTRO dentro y fuera,
Arsenio González Cereijo (DEP), Cultiva Comunicación SL Madrid 2009 [El texto corresponde a una sección del capítulo II titulado "La Aventura
religiosa"] El libro está dedicado "A mi familia. A mis amigos. A los que, como yo, han sido crédulos, ingenuos, soñadores y han pretendido,
en vano, cambiar el camino del tiempo y la ruta de las estrellas. Mi otra familia"
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