“¡Con cuidado chicos! ¡Tened cuidado por favor!”.
El padre Gonzalo nos estuvo todo el camino repitiendo estas palabras.
Y cuando nos íbamos acercando al lago, yo creía que le iba a dar un ataque, ¡pobrecillo!, hay que ponerse en su lugar, él con siete adolescentes en una escapada para hacer una ruta andando…
Pero empecemos por el principio.
Mi nombre es Luna, y pertenezco a un grupo cristiano de la parroquia de mi barrio, en él estamos unos amigos del instituto, junto con el fundador y alma de todo, el padre Gonzalo, es de las mejores personas que se han cruzado en mi vida, es un gran hombre, con un corazón enorme, paciente, generoso, sabe conectar con todo el mundo y te contagia su alegría y optimismo.
Comenzamos con él en catequesis para la confirmación, pero con el tiempo un pequeño grupo continuamos quedando los fines de semana, vacaciones y días que teníamos libres para ayudarle en una pequeña pero gran labor.
Nos dedicamos a hacer rutas andando, para limpiar el entorno, el padre Gonzalo nos lleva a lugares cercanos a nuestra ciudad, para recoger basura y suciedad que mucha gente deja en sus escapadas a la naturaleza, pero en vez de cuidar la zona, la ensucian tirando basura. Nuestro trabajo es recogerla y llevarla a una planta de reciclado.
Pero un domingo por la mañana, nos acercamos a un paraje al que nunca habíamos ido, estábamos muy entusiasmados por llegar a un sitio nuevo del que el padre Gonzalo nos había hablado mucho, nos contó que era un lugar que visitaba de pequeño con su familia, una pequeña laguna.
Nos describió el paisaje y el entorno, con todos los detalles, los preciosos colores, el olor a limpio, los sonidos de la naturaleza viva y sobre todo la paz que allí se sentía. Estábamos todos tan impacientes por llegar a ese maravilloso lugar, que el padre Gonzalo nos decía que parecíamos niños pequeños durante todo el camino.
- ¿Falta mucho? ¿Cuándo llegamos? - preguntábamos todos insistentemente.
Cuando llegamos a la zona de la laguna, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, era un silencio que lo envolvía todo, solo se oía el sonido del viento, era como una película de miedo, todos nos miramos, y el padre Gonzalo con la cara pálida y gesto serio, nos dijo:
- “¡Con cuidado chicos! ¡Tened mucho cuidado por favor!”- según nos acercábamos a la laguna, el olor era nauseabundo, y los ojos nos picaban y lloraban.
No sabíamos que había pasado en aquel lugar, solo queríamos saber que era lo que había hecho que ese paisaje, que el padre Gonzalo nos había descrito como un paraíso, se convirtiese en aquel sitio tan diferente, más parecido al infierno.
La laguna era un espectáculo terrorífico, demoledor, nos sentíamos como si nos hubiesen dado un mazazo, ya que lo que nos encontramos, no era un agua cristalina, limpia, de un color azulado, si no que era de un tono grisáceo y tenía un aspecto espantoso.
En ese momento todos nos quedamos sin palabras el silencio se apoderó de nosotros y no sabíamos que hacer, pero como siempre el padre Gonzalo, con su serenidad nos tranquilizó, y nos dijo:
-Hemos venido a limpiar una zona del mal uso que las personas hacemos de la naturaleza y lo que nos hemos encontrado aquí, ha sido mucho peor de lo que nos podíamos haber imaginado, por lo que nuestro trabajo va ser un poco más complicado, pero hemos venido a trabajar y lo vamos a hacer, vamos a averiguar qué es lo que está pasando y vamos a buscar una solución y al responsable que ha ocasionado todo esto y no vamos a parar hasta conseguir nuestro objetivo.
- ¿Qué os parece chicos, me ayudáis a solucionar esta catástrofe? - preguntó el padre Gonzalo.
- Por supuesto que sí – respondimos todos, con una enorme emoción, y lágrimas en los ojos.
Volvimos a nuestras casas desmoralizados, pero con ganas de descubrir y solucionar el desastre del que fuimos testigos.
Al día siguiente quedamos todos con el padre de Nico que es abogado y nos podía asesorar en los pasos que debíamos dar para resolver el problema.
Lo primero que hicimos fue entrevistarnos con el alcalde de la localidad más cercana al lago, y allí, con su ayuda, descubrimos lo que había ocasionado ese desastre medioambiental, la rotura de la tubería principal de las aguas residuales que se habían ido filtrando hasta llegar al lago contaminando el agua.
Se tardó un tiempo en que la zona volviera a ser la misma, pero al final con el esfuerzo y tenacidad de todos lo conseguimos.
Toda esta aventura que hemos vivido, nos ha hecho creer mucho más en nuestra pequeña labor, la gran importancia que tiene que cada uno de nosotros ponga su granito de arena, para que no se pierda la riqueza natural que Dios nos dejó con su creación, y que poco a poco, estamos destruyendo con nuestros hábitos de vida poco responsables.
Como nos dice el padre Gonzalo, todos en nuestras vidas, podemos sumar o restar con nuestras acciones. ¿Y tú, sumas?
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La Asociación de Antiguos Alumnos convocó un certamen literario, sin distinción de edades ni categorías, en conjunción con la Revista AMANECER sobre el tema: "Yo, la Creación y el medio ambiente". Con tres premios, en especie (vales de libros,cuyos títulos elegirán los ganadores), por valor de 120 euros para el primer clasificado, 75 euros para el segundo y 50 euros. Irene Alonso se alzó con el 2º premio.